Un sin vivir en vida...
Son conmovedoras las reflexiones de un ex marino mercante que surcó los cinco océanos hasta el día fatal que se cayó al mar desde unas rocas, y que empleó el resto de su vida, casi 30 años, leyendo a Kant, a san Agustín, a Nietzsche, a Sócrates a Platón etc. Por la negativa del Tribunal Constitucional a admitir uno de sus recursos de amparo le condenaron a vivir contra su voluntad:
"El derecho de nacer parte de una verdad: el deseo de placer. El derecho de morir parte de otra verdad: el deseo de no sufrir. La razón ética pone el bien o el mal en cada uno de los actos. Un hijo concebido contra la voluntad de la mujer es un crimen. Una muerte contra la voluntad de la persona también. Pero un hijo deseado y concebido por amor es, obviamente, un bien. Una muerte deseada para liberarse de un dolor irremediable, también". Y añadía: "Ninguna libertad puede estar construida sobre una tiranía. Ninguna justicia sobre una injusticia o dolor. Ningún bien universal sobre un sufrimiento injusto".
Once manos amigas. Once funciones diferentes. Y ninguna de ellas delictiva en sí misma, le ayudaron a cumplir el deseo que la justicia le había negado.
cuando la materia se junte de nuevo,
en la próxima contracción del universo.
Seremos, entonces, átomos compatibles.
Porque llevamos grabada en la memoria
un mensaje irrefrenable de sentirnos poseídos y poseer.
Un mismo deseo y una misma voluntad,
que los prejuicios impidieron unirse cuando nos miramos.
Volveremos desde el principio a vivir y amar
sin prejuicios, sin pecado, sin miedo, sin pudor,
para purificarnos de todo desatino.
Volveremos, tal vez, a encontrarnos,
por la fuerza universal del amor".